El Universo


Espero no volver a tardar en escribirte como ésta vez, pero es que no tenía muy claro de qué te quería hablar y después de tanto darle vueltas y buscar las fotos, por fin he vuelto. Menos mal que el sistema es inmediato, si tuviera que enviarte una carta normal certificada y urgente podrías esperar sentado por varios días.

En este tiempo me he ido acordando de muchas cosas, y mi intención es escribirlas sin entrar mucho en detalles y servirá como una lista de momentos que ya iré contando poco a poco a lo largo de este año, todos con un mismo denominador común.



Desde antes que yo tuviera uso de razón mi Mamá y tú ya habían empezado a enseñarme de alguna manera el mundo. Independientemente de nuestro pequeño entorno cotidiano y según lo testifican algunas fotos y el testimonio de mi mamá. Como es lógico no me acuerdo, pero he sabido que hemos estado en lugares a los que no he vuelto a ir, pero también hay  muchos mas que si recuerdo, y no sólo viajes, sino medios de transporte y acontecimientos importantes que gracias a ustedes han hecho que me de cuenta, desde pequeño, de mi lugar en el Universo.

En el faro de Isla Mujeres, ahora ya sólo queda un montoncito de piedras

A ti te gustaba viajar, igual que a mi Mamá, y los dos han tenido un espíritu de aventura y curiosidad por las cosas que pasan al rededor que nosotros también hemos heredado. Como decía antes, hay fotos mías con ustedes en lugares que no recuerdo y cuando las miro imagino lo bien que debimos pasarlo. De cuando era pequeño tengo en la cabeza cuando mi Mamá me llevó a ver las momias que había en una iglesia de San Ángel, por ejemplo, o la mano cortada y perfectamente conservada de Obregón, muy cerca por cierto de las momias. Así que a mi Mamá no creo que le extrañara que me gustaran tanto las películas de miedo, sangre, zombies etc.

Y tengo,  como instantáneas, las veces que te acompañaba al trabajo, cuando ya estabas en la aseguradora e íbamos a diferentes partes de la ciudad para que hicieras fotos de los coches chocados, rellenaras los datos con tu tabla y tu papel carbón para la copia, hacías un breve dibujo de lo que había pasado y listo, al siguiente choque. Como anécdota debo contar que cuando trabajabas en Televisa, en alguna ocasión me llevaste y alguien ahí te propuso comprarme. Y me acuerdo perfectamente también cuando ya en Cancún te fuimos a recoger a la salida de tu trabajo en el hotel Dos Playas en el cual duraste si no uno a lo mucho dos días.

Con respecto al trabajo, en ustedes vi la responsabilidad que ahora aplico a mi vida, siempre han sido muy trabajadores y me han enseñado que el trabajo es un buen medio para conseguir lo que queremos, trabajar para vivir, pero nunca vivir para trabajar.

También los vi bailar e ir a fiestas, divertirse. Y aunque me gustaría recordar la primera vez que me llevaron al cine, si me acuerdo del primer libro y el primer disco que me compraron. Eso sin contar el primer juguete que aún conservo, un cohete espacial de lámina. El primer libro Los cuentos de Hans Christian Andersen y el primer disco, un triple LP de las canciones de Cri-Cri.

Mi descubrimiento a la música, la lectura y el cine. La pintura quizás la saqué de mi abuelito Toño, y algo de escultura no sé de dónde, pero mi mamá todavía se acuerda de la fauna que hice de plastilina.




Pero quizás lo que más me ha llenado y enriquecido todos estos años son los viajes. Cada determinado tiempo cambiábamos de coche, los hemos tenido muy variados, y no me daba tiempo a encariñarme con uno cuando lo cambiabas por otro. El que más recuerdo y quizás el que más me gustó de todos fue la camioneta de Snoopy, también la camioneta azul a la que le pusiste como una cama grande detrás precisamente para los viajes y la que nos acompañó en barco a La Paz. Un renault, alguna caribe, algunos volkwagen, una cremlin de color café que parecía una nave espacial, entre muchos otros.



En coche fuimos hasta Cancún la primera vez, el viaje se me hizo eterno pero valió la pena. Lo que vivimos en un tren de la Ciudad de México a Nuevo Laredo no tiene nombre. Nunca olvidaré los tres días de camino, cruzando el desierto, con calor y sin un lugar para poder acostarnos durante el viaje. La recompensa fue estar por primera vez en Estados Unidos. Y el primer viaje en avión quedó plasmado en la primera foto de este blog e íbamos de regreso a casa desde Ixtapa; fue de emergencia porque al siguiente día entrábamos a clases y no daba tiempo de volver en coche o autobús.

Nuestro primer viaje en tren



Conocer la selva, subir a un volcán hasta llegar a un lago en la cima, el bosque, lagunas, ver de cerca a las focas en Cabo San Lucas subidos en una pequeña lancha en medio del mar, viajar en un barco y ver a los delfines y los peces voladores desde arriba, a las ballenas a lo lejos en Acapulco. Acompañar a capturar langostas y comerlas después, en Punta Alen. Conocer sitios arqueológicos: Chichén Itzá, Teotihuacán, los gigantes de Tula. Y muchos lugares más que poco a poco iré recordando para escribírtelos aquí.

También hay tres acontecimientos importantes que recuerdo y que tienen que ver con el mundo y la naturaleza; y que si lo escribo aqui es porque gracias a tí, dos de ellos los pude ver más de cerca y saber lo frágiles que somos. Uno es la explosión de San Juanico, cuyo sonido y vibración me despertó por la mañana y al asomarme a la ventana ver la enorme columna de humo. Tiempo después nos llevaste a ver el lugar y fue una sensación extraña estar ahi, ver esas enormes bolas y pisar sobre el parque que a su vez fue fosa común de la gente que ahi murió.

El terremoto del 85 es lo segundo. Nosotros teníamos pocos meses de haber llegado a Cancún, pero tú lo viviste en primera persona, y a través de tus ojos y lo que posteriormente nos contarías es como pudimos ser conscientes de ello. Tu curiosidad te llevó a recorrer las calles, conocías muy bien la ciudad y verla así seguramente te removió algo muy fuerte por dentro. Pocos meses después te fuiste a Cancún a reunirte con nosotros.

Y hay otra que ya no te tocó experimentar pero que estoy seguro que en parte te hubiera gustado estar ahí. El huracán Gilberto. Escuchar romperse los cristales de los ventanales, tener luego que salir y cruzar una calle donde el agua me llegaba casi a los hombros y ver finalmente cómo había quedado la ciudad, los árboles y todo, es algo que nunca olvidaré. 

La comida es otra forma de conocer y es algo que nosotros disfrutamos cada día y desde siempre. Porque ahora que hago memoria, nunca antes me dí cuenta de lo que tú y mi Mamá disfrutaban comiendo. Esa sensación de probar algo nuevo es indescriptible, de pedir lo más extraño en un restaurante o por lo menos pedir lo que tanto gusta. No hacerle ascos a casi nada y disfrutar con cualquier cosa, aunque haya alimentos que después de haberlos probado no me gusten y que recuerdo verte disfrutando con ellos, como las aceitunas y los rábanos.

Y así podría seguir, pero prefiero poco a poco ir rescatando las historias y contártelas con más detalles. En todo caso esto ha sido un breve homenaje a todo eso, a lo que me han abierto los ojos, al regalo que me han dado de ver, sentir, oler y  escuchar. La curiosidad y las ganas de prender me las dieron desde antes y me hubiera gustado compartir más experiencias contigo en persona. Por ahora dejo aqui estas imágenes para que tampoco tú lo olvides.


El Universo (Shaurma)