Tren al Sur

No sé si eres bueno para recordar fechas importantes, cumpleaños o aniversarios varios, pero ayer se celebraron dos cosas. La primera de ellas: el Iker ha cumplido ya dos meses de haber llegado. Hace ya casi un mes que lo vi y está muy grande. Ayer Beny me dijo que había crecido 10 centímetros y cuando me lo mostró por la cam lo primero que me vino a la mente fue la imagen de un budita chico. Sigue portándose igual de bien y comiendo, por lo que se ve, mejor todavía.

La segunda cosa que se celebró ayer fue el aniversario de la independencia de Estados Unidos, y no lo menciono porque realmente sea importante para mí, sino porque eso me hizo recordar la primera vez que pisé ese país.

Tú en una lavandería de Chicago

Mamá me ha contado que estuviste viviendo y aprendiendo inglés durante algún tiempo en Chicago, y haciendo cálculos tendrías quizás unos 20 ó 22 años más o menos. Mi tío Esteban también estuvo ahí contigo, eran amigos y se conocieron estudiando; y cuando volvieron a México lo acompañaste un día a casa de mis abuelitos y fue ahí donde viste a mi Mamá por primera vez... y ella a ti.

Un día, quizás sin muchos planes, pero con muchas ganas de aventura deciden Mamá y Tú que querían ir a cruzar la frontera para comprar cosas que encontraríamos a mejor precio, y por conocer. Pero lo más relevante de todo era el medio de transporte en el que iríamos. El avión era muy caro para ir nosotros cuatro, así que ni siquiera era una posibilidad a tomar en cuenta. Por otro lado, en coche serían sólo 1119 kilómetros por recorrer y Mamá no manejaba para irse turnando al volante contigo. En barco, no había ningún río que conectara la Ciudad de México con la frontera más cercana, así que la última opción era el tren.

Nuestro primer viaje en tren y conocer un nuevo país era lo que más emoción nos daba. Nuestra alegría se ve claramente en las fotos que aquí te pongo y que son de los primeros kilómetros del viaje. Horas después todo cambiaría.

Inocencia antes del viaje


Este sufrimiento era poco comparado
a lo que le esperaba a Beny en ese tren

Como muchos de nuestros viajes éste también fue casi de improviso. Cuando fuiste a comprar los boletos ya no había lugar en los coches-cama y tuvimos que hacer todo el recorrido en asientos. El viaje duró tres días... ¡tres días! Quizás estuvimos bien hasta antes de anochecer, pero cuando nos entró sueño y no teníamos dónde dormir... No había aire acondicionado, llevábamos las ventanas abiertas y aún así hacía calor. Cruzando el desierto y las montañas, que pasaron a un segundo plano pues lo primero era ir cómodos. Recuerdo a gente tirada en el suelo, Beny y yo quejándonos, todos sudando. El viaje se nos hizo interminable. De vez en cuando en las paradas que hacía el tren la gente del lugar vendía comida y subían a los vagones, y si no hubiera sido por lo pesado del viaje seguro que recordaría más cosas del paisaje, de la gente.


Beny empezando a transformarse,
con la mirada perdida y presintiendo lo peor

Nuestra primera aventura en tren para mi fue un infierno. Cuando llegamos a Nuevo Laredo nos hospedamos en un hotel, la ventana daba a un parque y de ahí nos fuimos caminando a la frontera. Tú llevabas tu pasaporte individual, y nosotros el familiar. Recuerdo que para poder sacar o el pasaporte o la visa tuvieron ustedes que ir a casarse una mañana por lo civil para que nosotros pudiéramos aparecer en la foto junto a Mamá. Ahí fue cuando entendí el porqué en nuestra casa, a diferencia de las de mis amigos y familiares, nunca había un cuadro de ustedes dos vestidos de novios.

Cruzamos la frontera sin ningún problema. Estábamos en Laredo (Texas). La ciudad no tenía muchos atractivos y tampoco hicimos por buscarlos, fuimos directamente a las tiendas. Pero si era una sensación diferente saber que estaba pisando otro país, con las señales en inglés y pocas cosas más que hacían la diferencia con nuestra ciudad.

El primer sitio a donde fuimos era un lugar que a Mamá alguien le había contado que existía y que cuando lo vimos nos quedamos con la boca abierta. Un local muy grande, sin paredes y con enoooormes montones de ropa. Ropa nueva y usada, de todos los estilos y tejidos donde podías "nadar" buscando la prenda ideal. Una montaña exclusiva de pantalones de mezclilla que recuerdo perfectamente, así como básculas cada dos por tres, para servirte lo que quisieras, como la fruta en el supermercado, era lo más peculiar, pues te cobraban según los kilos de ropa que llevaras. Había dos o tres sitios como ese y creo que todos los recorrimos y pasamos un buen rato ahí.

El otro tipo de tiendas que me impresionó fueron las jugueterías. Nunca había estado en un lugar así. El sueño de todo niño hecho realidad. Eran lugares gigantes, donde no había ningún rincón sin un juguete. Pero tampoco teníamos dinero para comprar todo lo que queríamos, y antes que los juguetes estaba la ropa. Así que tuve que conformarme con un reloj de pulsera de transformer y un castor pequeñito vestido de jardinero al estilo de los Lego. Beny se llevó un reloj también y una sirenita que tenía un flotador y se le podía quitar y poner la cola.

Sólo estuvimos dos días en Laredo. El segundo día sólo cruzaron ustedes y creo que Beny y yo nos quedamos en el hotel, para que pudieran hacer las compras más rápido en los lugares que el día anterior ya habían visto. Me acuerdo que a mi me daba miedo que por cualquier razón los detuviera la policía al cruzar la frontera y no los dejara regresar, pero no pasó nada.

Por las calles de Laredo.
Beny aún con estragos del viaje, con una mirada amenazante
y al estilo de la "ardilla dramática".

¿Y qué nos esperaba después? Adivinaste... ¡tres días de viaje en tren! Quizás esa sea la razón por la que mi mente ha borrado la vuelta, seguramente pasamos lo mismo y para proteger mi salud mental el viaje lo recuerdo hasta ese momento.

A pesar de los seis días de viaje y sólo dos en el destino valió la pena, como todo lo que compartimos contigo. Y para celebrarlo mi próximo viaje será ir desde aquí a la Patagonia, pero en barco; adopto unos tres pingüinos y me regreso, que hay que trabajar y ahorrar para el siguiente reto.


Tren al Sur (Los Prisioneros)